Imposibles

Anoche volví a acercar el teléfono a mi cama confiando en que llamarías. Todos los coches grises que hay fuera de mi casa me hacen vacilar emocionada. "¿Por qué no esperaste hasta mañana?", me preguntaste la última vez, y guardé silencio demasiado herida por todas tus ausencias. Yo no sé si me quieres. Tu abando es tan personal como tus besos. Hoy extraño el sonido de tu voz, tu brazo bajo mi cuello sirviéndome de almohada, tus manos frías en mi espalda y tu olor a tabaco. ¿Te quiero? No lo sé. Pero me hubiera gustado averiguarlo a tu lado.